La Montañona, ayer recurso para la guerra hoy reconexion con la naturaleza y la historia
Bosque de bosques, La Montañona es uno de los secretos mejor guardados de El Salvador. Secreto a voces, ya que su gran extensión no permite esconderlo ni tampoco su altitud a 1650 metros sobre el nivel del mar y resulta imposible no nombrarlo.
Este macizo forestal, área natural protegida y reserva ecológica, se localiza en el centro de la mancomunidad homónima y se extiende sobre cinco de los siete municipios que la conforman abarcando un área de 1436 hectáreas.
Sitio de importancia histórica, en otro tiempo retaguardia de las fuerzas insurgentes, ya que durante el conflicto armado en los años 80 sirvió como lugar de operaciones y refugio para los miembros de la guerrilla.
Custodia en sus entrañas vestigios y mil y una historias de vidas perdidas y encontradas, de bombardeos, combates y una radio guerrillera que funcionó en varios “tatús” o refugios subterráneos. La Montañona. Una experiencia “All in one” La Montanona, ayer recurso para la guerra hoy reconexion con la naturaleza y la historia La Montañona.
Muchas de estas historias aún persisten en el imaginario colectivo, son relatos de vida de soldados, guerrilleras, guindas y cipotes que se entrecruzan con leyendas y sobreviven entre lo inexplorado del bosque y la memoria viva de la comunidad local.
Si de algo puede presumir La Montañona es por su bosque de coníferas en el que los protagonistas absolutos son los pinos, robles y liquidámbar que da refugio a más de 189 especies de animales, como los icónicos Puma y Tigrillo, además de 167 especies de aves como la emblemática Reinita caridorada o el Rey Zope.
Pero aún hay más, los parabienes de La Montañona no terminan aquí, el agua rinde tributo a la reina de la montaña y bajo sus cumbres nacen los ríos Motochico, Pacayas, Guastena y Tamulasco, contribuyente del Azambio y Sumpul. Quebradas y pozas toman forma al regazo de la montaña, unas escandalosas y otras con un borboteo suave como compañía.
Por si estos atributos fueran pocos, caminar por cualesquiera de los senderos de la Montañona es un placer absolutamente arrebatador. La inmersión en el bosque es total, se bucea literalmente entre árboles y hojarascas, saliendo a la luz en pequeños rasos aislados o cuando la arboleda se frena ante vertiginosos precipicios como el Plan de la Muerte y es cuando surgen las infinitas panorámicas que contemplamos simplemente de extraordinaria belleza salvaje y mística, ¡todo un wow! y nos quedamos cortos.
Un dato... En La Montañona se cultiva café de altura y de cosecha azul, respetuoso con el medioambiente con prácticas de conservación del agua y el suelo.
Imprescindible: Déjate acompañar por un guía local, disfruta y siente en primera persona todo lo que este macizo boscoso tiene preparado para ti de la mano de empresas profesionales que podrás encontrar en el directorio de servicios.